VOLUME X:2
July-December 2020
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CRÓNICA DE LA REUNIÓN POR VIDEO PANTALLA
del grupo contemplativo interreligioso
Día 4 de junio 2020
 
¡Qué bien!  ¡Pudimos estar casi todos! Los que no pudisteis venir, ahora podréis vivir o solamente intuir, algo de lo que entre todos compartimos en nuestra reunión que esta vez hicimos por internet y desde un sentimiento: "nos echamos de menos".
 
La conexión funcionó casi como hecha por expertos. Mireia, religiosa cristiana, tuvo que luchar un poco, pero se pudo incorporar pronto, y empezó saludándonos diciendo: "Qué alegría volvernos a ver!"
 
El P. Jaume, jesuita, marcó un poco el ritmo y el tema de este encuentro especial. Después de un pequeño silencio iniciamos la reunión compartiendo primero cada uno, de manera personal, como hemos vivido este tiempo de la corona-virus.
 
La experiencia vivida era tan similar en todos que lo abreviaré un poco remarcando, sin embargo, algunos detalles más personales. Por ejemplo P. Carlos, monje de Montserrat, los primeros 15 días del confinamiento nos dijo que se preocupó mucho por su madre, que es viuda y ya mayor, y que había llegado de un viaje donde había habido muchos casos de infección. ¿Qué pasaría si enfermaba y tenía que ir al hospital y vivirlo totalmente sola? Sí, ciertamente, comprendimos que fue muy duro para él, hasta que después de los días de confinamiento más riguroso pudieron constatar que estaba bien. También Maite, religiosa cristiana, compartió su sufrimiento personal desde su contagio y también la de otras hermanas de comunidad, encontrándose muy mal y sin poder ayudar a su comunidad y los niños que atienden en casa hasta que superaron la enfermedad. El Imam Larbi y su comunidad, que se encontraban en plenoRamadán,decidieron anular todos los encuentros previstos por precaución.
 
Jordi, Andreu, Montse, Berta, Jaume, Mireia y yo, todos sufrimos por nuestras comunidades, por nuestras familias y amigos. Pero fue una oportunidad para hacer más oración, más meditación y más silencio. Conciencia universal, más contactos y más conexión online. A todos, paradójicamente, el confinamiento nos unía más a la propia comunidad y al mismo tiempo estábamos más activos que nunca, acompañando alumnos, discípulos y amigos. A todos nos preocupaba la situación general: médicos ¡teniendo que elegir entre enfermos mayores o jóvenes! Mucho cuidado de las personas mayores de nuestras comunidades y mucho cuidado a permanecer quietos en casa. Mireia dijo que, en una comunidad suya, en Irlanda, murieron 4 monjas y en otra comunidad una de 50 años!
 
Después de un breve silencio, el P. Jaume planteó una segunda pregunta: "¿Qué dice mi religión ante la pandemia?"
 
Montse, budista, nos comunicó su propia experiencia diciendo: ante la transitoriedad, la muerte, la realidad que nos rodeaba, nos encontrábamos ante un espejo que nos mostraba, en experiencia directa, la vulnerabilidad del ser humano. Una enseñanza viva en el budismo.
 
Berta, maestra de Zen cristiano, afirmó que vivió más oración y más experiencia espiritual, desde la confinación, claro, pero compartida intensamente con su comunidad online, y trabajando más que nunca por mantenerse conectada con mucha gente de todo el mundo. Hizo referencia a las primeras comunidades cristianas, pero pronto se vio involucrada en una creatividad de comunicación desde la cual animaba a orar y meditar. Terminando con esta frase: "Nos salva la espiritualidad".
 
Jordi, budista: acompañando a su familia con problemas de salud y, pensando que esto sería un tiempo de estar tranquilo en casa, no obstante, el resultado fue también para él muy diferente. Se le pidió un acompañamiento intenso de sus discípulos. Por encima de todo contemplaba el hecho desde el sufrimiento y la trascendencia; la transformación como prioridad, sí, viendo, con sorpresa, la gente más despierta, pero preguntándose: ¿volveremos a la superficialidad?
 
Andrés, también budista, dijo que compartía todo lo que se había ido diciendo, no obstante, añadió que su comunidad veía importante el orar pero también trabajar para ayudar a las personas enfermas y con problemas. Ha hecho la experiencia de vivir y compartir con mucha gente la generosidad, el voluntariado y el intercambio en bien de los demás.
 
Jaume preguntó: ¿Hay quien lo ve como una fatalidad natural? ¿O como un castigo de Dios? Tomó la palabra Mohamed Larbi, musulmán chiita, diciendo: Es un tiempo especial, sí, pero no es un castigo de Dios. ¡Dios es misericordioso! ¡No puede castigar! Y lo interpretaba como un momento oportuno para fortalecer la relación con Dios y para orar más para los que no creen en Dios. Dijo que quizá sí que alguien, en el islam, osa hablar de "castigo de Dios" quizás desde Arabia Saudí, pero él lo atribuía a falta de coherencia y de estudios, y afirmaba rotundamente: ¡no puede ser un castigo de Dios! Compartió también el camino que está haciendo su comunidad a través de sesiones inter-religiosas.
 
Carlos habló del gran vacío que había en Montserrat, pero también compartió la alegría de saber que, a través de la TV y otros medios de comunicación los Oficios Litúrgicos fueron siempre abiertos a los fieles y que la Vigilia Pasqual la vivieron unas 360.000 personas desde su casa. ¡Ciertamente un gozo y un servicio!
 
Jaume remarcó la evidencia de que todos vamos en la misma dirección y sabemos que Dios está siempre con el que sufre. La experiencia de mucha gente muriendo sola ha tenido un gran sentido si pensamos que ha vivido la soledad que vivió místicamente Cristo cuando todo el mundo lo abandonó al momento de su muerte.
 
Para mí el Covid-19 me ha desvelado un nuevo sueño (como el que tuvo Martín Luther King): Una llamada a volver todos a lo esencial viviendo de manera apasionada el "cuidado del otro", no sólo del hermano, sino también de nuestro planeta. Hay que hacer un cambio de rumbo. Estamos cerrando un capítulo de la historia y somos llamados a abrir uno mejor, más solidario, más fraterno, más místico y más profundo; conscientes de que Dios escribe la historia con nosotros. Ojalá que todos los creyentes seamos un grito y una denuncia de la injusticia flagrante con que se maltrata la humanidad, y un apoyo eficaz a los más marginados y pobres de nuestro mundo.
 
 
 
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